Los videojuegos son un arma de doble filo, pueden servir como herramientas para aprender y pasar un rato divertido jugando, o por otra parte, pueden generar una adicción y un importante trastorno de la personalidad.
En este blog ya hemos hablado de los aspectos o la cara buena y positiva de los videojuegos, así que ahora vamos a conocer un poco la otra cara de la moneda.
Los DLC o Downloable Contents son elementos que incorporan los videojuegos con el único fin de sacar el dinero a los jugadores. Estos contenidos descargables, en un principio venían a
expandir nuestra experiencia de juego y no han sido más que una excusa para sacarnos el dinero por chorradas que en su gran
mayoría eran desbloqueadas en la antigüedad sin coste alguno y como
recompensa a nuestra pericia y dedicación a un juego.
Hay que tener cuidado con los videojuegos a los que jugamos y no caer en las trampas consumistas que estos nos proponen, ya que esto puede desenvocar en un trastorno de la personalidad y la realidad y crear serios problemas tanto de salud como económicos en el jugador.
Al principio el empleo de los videojuegos se
hace de forma esporádica, a continuación la frecuencia aumenta hasta
hacerse prácticamente diaria. En este momento la situación es de alto
riesgo, advirtiéndose repercusiones sobre otros aspectos de la vida
ordinaria. Si la adicción a los videojuegos va a más, el jugador puede
acabar convirtiéndose según algunos autores en un verdadero ludópata.
La
vida del jugador gira en torno al videojuego, centrando en él todo el
pensamiento y recurriendo incluso a mentiras o artimañas para seguir
jugando. En este punto, se antepone el uso del videojuego a otras actividades como el deporte,
la lectura o el contacto con los amigos.
Se produce incluso una ruptura
con la vida social, llevando a un aislamiento de consecuencias nefastas
(potenciación del individualismo). En los casos más graves, la práctica
excesiva de estos juegos lleva al niño a una huida del mundo real
encerrándose en otro virtual.
Por último, estos
niños pierden el control sobre sí mismos lo cual da lugar incluso a la
aparición de síntomas de abstinencia cuando no pueden practicarlos o se
les priva de su uso, unido a un comportamiento impulsivo y violento.
El
uso excesivo de los videojuegos se ha relacionado también con un mayor
riesgo de desarrollar un sedentarismo nocivo para la salud del niño o
adolescente. Este sedentarismo ayudado por el consumo de alimentos perjudiciales (chucherías) desencadena la aparición de sobrepeso y obesidad.
Así pues hay que tener en cuenta las dos caras de la moneda a la hora de valorar y seleccionar el videojuego al que queremos jugar y no caer en las trampas que nos ponen.
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